martes, 21 de julio de 2015

Tetas chinas


Hay que decirlo. Es improbable que alguien sufra un infarto por ver una teta. Ni siquiera la de María Eugenia "la China” Suárez, bella mujer por cierto, que fue NOTICIA hoy en Infobae y en otros medios. El “hecho novedoso que interesa al menos a una parte de la comunidad” es una foto que le fuera tomada a la actriz, recostada en una reposera, tomando sol, con una botella de agua mineral en la mano y ella, su teta, ahí a la intemperie, bajo el sol del verano europeo.
No dice nada la teta. Ni siquiera dice “vení, tocame, lameme”. Solo está ahí, blanquita, y redonda como lo que es: una teta. Peor, una teta suelta en una playa en Marbella. Nada más común.
Lo que me llamó poderosamente la atención es el título de la nota: “El topless infartante de la China Suárez”. Sé lo que es tener que titular con el objetivo de atraer los clicks de la mayor cantidad de hombres ”solos y aburridos” posible. No soy ingenuo; es un recurso muy usado para acompañar las fotos de una mina en bolas (o casi), como puede ser “hot”, “caliente”, “sensual”, “sexy”. Así funciona el periodismo hoy y, nos guste o no, la discusión la venimos perdiendo.
Pero lo que me interesa analizar en este caso es que si la teta de “la china”, pálida, playera, no calienta, más lejos aún está de provocar una deficiencia cardíaca. Y no porque sea su teta. No tengo nada contra ella ni su busto. Es más, adoro las tetas desde que nací. Simplemente no creo que exista teta capaz de fulminar irrigador sanguíneo alguno. Y la de esta chica no sería la excepción.
¿Y si así fuera? Imagino una decena de paramédicos a las corridas por la costa de Andalucía, tratando  de reavivar a los cientos de turistas que súbitamente cayeron redondos en la arena víctimas de sendos ataques cardíacos, provocados por la insolente teta de la China Suárez, la única capaz de infartar veraneantes y lectores desprevenidos.