viernes, 30 de octubre de 2009

Para los chicos y los pájaros

María tiene 60 años. Viste atuendos de todos colores y texturas. Con una bufanda gris enroscada y un pañuelo bordó cubre casi toda su cabeza. Parada en la esquina de Rivadavia y Callao, frente al Congreso, disfruta de un helado de agua, de esos de palito: “Esperame que termine el helado y hablamos”, dice. Lleva consigo un carrito con el que transporta 5 bolsas de consorcio repletas: “Tengo 2 mantas, un paño y cartones con los que me armo mi media carpa. Y ropa que hago lavar todos los días en una lavandería. Me sale 5 pesos cada pulóver.” María no duerme siempre en el mismo sitio, a veces las circunstancias la obligan al nomadismo: “Duermo donde me dejan, ahora estoy durmiendo acá (en la vereda de la vieja confitería Del Molino), a las 5 de la mañana desarmo todo, baldeo la vereda y me voy. No dejo nada”, asegura. Pero los días de lluvia se le complica: “Si llueve me voy al Club de Madres, pero no me gusta porque hay muchos cirujas. Son sucios. Yo soy muy limpita”. Todos los días a las 6 de la mañana va a buscar recortes de sándwiches a una panadería, pero no para ella: “Yo colaboro con las palomas”, explica orgullosa. Dice que come muy poquito, pero no porque no tenga, sino para cuidar su figura, porque quiere estar linda para el verano. Hace gimnasia todos los días en la plaza 1º de Mayo, en Adolfo Alsina y Pasco, pero aclara: “Lo hago sin fines artísticos ni deportivos. Doy un espectáculo gratuito. Lo hago para los chicos y los pájaros”. Ojo, ella no improvisa nada. Cuenta que estudió 18 años con el maestro Campos. “Yo era compañera de la hija de Cadícamo”, recuerda. Dice que hizo teatro mucho tiempo en el Florida y en el ABC. También trabajó diez años en el Hogar Obrero. Ahora cobra una jubilación y está juntando plata para obtener un préstamo y adquirir una casa. “Calculo que para enero, con diez mil pesos, entraría en un plan de vivienda”, se ilusiona. Desafortunadamente, la mujer no puede describir cómo llegó a la situación en la que se encuentra: “No me gusta hablar de mi familia porque me afecta”, explica. Apenas se anima a contar que tiene un hijo en el exterior que no quiere ni oír hablar de la Argentina.

1 comentario: